Se habla mucho de las grandes capacidades de computación que podríamos lograr con los ordenadores cuánticos. Y es tan grande esa capacidad de cálculo que se escapa de nuestra capacidad mental. Los ordenadores cuánticos llegarán a ser como cajas negras en las que introduciremos nuestros valores iniciales y obtendremos resultados, sin ser capaces de entender lo que pasa dentro, ni de saber si se ha producido algún error en el calculo.
La rapidez y la capacidad de este tipo de computación nos hace desear obtenerla pero nos obliga a tener una especie de fe ciega en sus cálculos. Y dada la inestabilidad inherente de los qubits cuánticos, puede ser una tarea de riesgo. Necesitamos que las cajas negras sean fiables. Que no tengan grandes tasas de error.
Todo sistema tiene una tasa de error. Ninguno es perfecto. Pero conocer dicha tasa de error y la bondad del sistema es necesario para estimar la fiabilidad. Y más cuando hablamos de algo que no va a ser posible cotejar.
Ahora el equipo del profesor Andrew Dzurak de la UNSW Engineering (Universidad Nueva Gales del Sur) ha publicado un artículo en Nature con los resultados de fiabilidad de dos sistemas de qubits.
Uno de los sistemas es un conjunto de dos qubits de silicio simulando un transistor MOSFET. El otro es un sistema más natural basado en átomos de fósforo que contiene dos qubits en su interior, el electrón y el núcleo. El primero presenta tasas de precisión del 98% mientras que el segundo del 99,99%. Casi absolutamente perfecto. Y no solo eso, el sistema basado en fósforo ha batido el récord de tiempo de coherencia (tiempo en el que el qubit es estable).
Por lo tanto este estudio presenta un sistema muy preciso y escalable sobre un material que ha sido el corazón físico de la industria electrónica y otro casi perfecto pero sobre un innovador material. Ambos proyectos parecen una buena base para seguir construyendo la electrónica y la computación del futuro.