Lise Meitner 1

Lise Meitner

Lise Meitner

Lise Meitner nació el 7 de Noviembre de 1878 en Viena. Tercera de los ocho hijos del matrimonio formado por Philipp, de profesión abogado, y Hedwig. Gracias a que en en 1867 el Kaiser Franz Josef concedió a los judíos igualdad cívica, Philipp pudo estudiar y ganarse una buena vida. Por esta razón el matrimonio Meitner era partidario de la educación de sus hijos por igual. Lo que facilitó que, aunque la educación para mujeres solo se impartía hasta los 14 años en su Austria natal, Lise continuara estudiando cumplida esa edad.

Unos años más tarde, en 1897, se levantó la prohibición de ingresar en la Universidad para las mujeres. Lise no desaprovechó la oportunidad y tras asistir a clases particulares para preparar la prueba se presentó al Matura, el examen de acceso, en 1901. Solo cuatro mujeres aprobarían el acceso ese año, una de ellas la hija de Ludwig Boltzmann. Por lo que a los 22 años comenzó su carrera de ciencias en un entorno académico bastante destacado.

Boltzmann, al contrario que sus coetáneos, no discriminaba a sus alumnos por su género y creó en la Universidad de Viena un entorno de igualdad para sus alumnos. En estas circunstancias Lise pudo iniciar su formación y presentar una tesis sobre la conducción del calor en cuerpos no homogéneos. Muy posiblemente inspirada por los trabajos de Lord Rayleigh. Era la segunda mujer en hacerlo en la Universidad de Viena.

En 1906, con el doctorado bajo el brazo y una serie de trabajos destacables sobre radiactividad, Lise Meitner se encontró con que sus expectativas científicas en Viena eran irrealizables. Solo podía dedicarse a la enseñanza en las escuelas femeninas y algunos pequeños trabajos en el Instituto de Física. Primero probó suerte en Francia junto a Marie Curie. Pero fue rechazada. Solo podía ya acudir a la Universidad de Berlín, pero el acceso a las mujeres estaba casi vetado. Lo que no la detuvo. Acudió a Max Planck, le presentó sus trabajos, y le pidió permiso para asistir a sus clases. Este, que no era partidario de las mujeres pero si del talento, concedió su beneplácito a Lise, y terminó convirtiéndose en su gran valedor.

El cambio fue muy duro. Dado que no podía trabajar en la Universidad, tuvo que pedir a sus padres que la mantuvieran económicamente. Pero no solo sufría precariedad económica, tenía vetado el acceso a los laboratorios y despachos. Trabajaba en el sótano de un antiguo carpintero. Y para comunicarse con el resto de científicos estos debían desplazarse hasta su rudimentario taller. A pesar de estos alicientes, un compañero, Otto Hahn, solicitó voluntariamente trabajar con ella, y juntos formarían una gran pareja científica.

Foto histórica de Lise Meitner y Otto Hahn compartiendo laboratorio.

La combinación de los conocimientos físicos de Lise Meitner y los químicos de Otto Hahn hizo que sus experimentos fueran mucho más productivos. Tanto la preparación de las pruebas como las diferentes mediciones e interpretaciones eran más refinadas. Por lo que pudieron publicar varios trabajos sobre el actinio en los años 1908 y 1909. Lo que les valió una plaza en el Kaiser-Wilhelm-Institut para física construido en el 1912 y precedente del actual Instituto Max Planck. Aunque en realidad el que fue contratado por 5000 marcos fue Hahn, mientras que Lise trabajó gratis hasta que precisamente Plank la contrató como asistente. Siendo la primera mujer en ostentar una plaza de ese tipo en toda Prusia.

En 1914 Lise Meitner se enroló en el hospital Lichterfelde como técnica de rayos-X para colaborar con su país en la Primera Guerra Mundial, mientras continuaba los trabajos que desarrollaba con Hahn. Debido a que en ese periodo el laboratorio estaba casi vacío, Lise pudo trabajar sin restricciones y ya terminada la Guerra consiguió un contrato como científica. Aunque siempre en condiciones inferiores a sus compañeros. En 1917 el Laboratorio Hahn-Meitner estaba en marcha y la cocción del nuevo elemento casi terminada. En 1918 publican, con Otto como primer investigador, el descubrimiento del proactinio al que se le designó con el símbolo Pa y número atómico 91. La desintegración de este nuevo elemento generaba el actinio de los primeros experimentos de la pareja.

Aunque no se expresaba formalmente, el trabajo de Lise era reconocido científicamente. La Asociación de química alemana otorgó a Hahn la medalla Emil Fischer. El tribunal, sabedor de la injusticia cometida, quiso compensar a Lise ofreciendo una copia de la medalla pero sin el reconocimiento explícito. Ella admitía que Hahn apareciera como primer investigador, ya que se sentía agradecida a este por su apoyo, pero decidió no acudir a la ceremonia de entrega de premios. Lo que si recibió con agrado en 1919 fue la plaza de profesora en la Universidad, manteniéndola hasta 1933.

La tercera década del siglo XX estaba siendo una época emocionante para la física nuclear. El descubrimiento del neutrón por Chadwick mejoraba el entendimiento de las partículas que formaban en el núcleo. Este facilitó que las técnicas de medida se perfeccionaran, permitiendo a Lise Meitner detectar el positrón y avanzar con los espectros beta y gamma y las partículas alpha de largo alcance. La física nuclear como rama independiente estaba tomando fuerza. Cuatro centros destacaban sobre el resto. Uno en Gran Bretaña encabezado por Ernest Rutherford. El segundo en Francia con Irene Joliot-Curie. Otro en Italia dirigido por Enrico Fermi, Y por último el de Berlín a manos del dúo Meitner-Hahn.

En aquellos años se relacionó además con los mejores científicos. En el Congreso Solvay de 1933 solo tres mujeres estuvieron presentes, Marie Curie, su hija y Lise Meitner. Llego a entablar amistad con algunos de ellos como Einstein, que la llamaba cariñosamente la «Curie alemana». Ambos estaban en California cuando el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP) de Hitler alcanzó la mayoría parlamentaria y se declaró a los judíos personas non gratas. Einstein decidió quedarse en américa, pero Lise prefirió volver.

Fotografía histórica del Congreso Solvay de 1933

A pesar de recibir una oferta de Niels Bohr para trasladarse a Copenhague, Lise Meitner permaneció en Berlín ya que Planck, Hahn y Heisenberg la instaron a quedarse por el bien del laboratorio. Pensaban que la situación era pasajera, y aunque fueron degradándola y restringiendo sus funciones, la aconsejaron quedarse y proseguir con los experimentos sobre el uranio. Cuando en 1938 obligaron a Hahn a expulsar a Lise del laboratorio definitivamente y le retiraron el pasaporte, Planck y otros amigos la ayudaron a salir clandestinamente del país.

Tras varios meses sin trabajo y sola, recibe finalmente una invitación de la Universidad de Estocolmo y el Instituto Manna Seigbahn. Pero no la recibieron precisamente con las puertas abiertas. Sino con mayor hostilidad que la que encontró a su llegada a Berlín. Casi sin sueldo y sin alumnos ni laboratorio, la incansable Lise Meitner encontró la manera de montar un modesto estudio ayudada por su sobrino, Otto Robert Frisch, para estudiar en la nueva teoría nuclear de Hahn. Este, junto a su nuevo ayudante, Otto Fritz Strassmann, estaba estudiando los átomos pesados. Pero como luego comentara el propio Strassmann, Hahn sin Meitner no era lo mismo.

Nunca dejaron de cartearse. Incluso se vieron fuera de Alemania. Pero Hahn, que había pasado clandestinamente a formar parte de la sección militar, no dejaba de consultar a Lise para entender sus resultados. El experimento consistía en bombardear con neutrones una muestra de uranio con número atómico 92. Tras el bombardeo, lo que se obtenía era bario con número atómico 56 y otros residuos. La explicación inicial que justificaba este decremento en el número atómico era que el uranio se había dividido en dos. Pero no eran capaces de interpretarlo hasta que Lise les dio la clave. Hahn y Strassmann publicaron el experimento sin ella alegando que no podía compartirlo con una disidente judía. Poco después Lise y su sobrino Frisch publicarían en Nature el primer artículo en el que se explicaba el fenómeno. El término fisión nuclear estaba formalmente definido.

Estaba a punto de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los físicos de origen judío, habían sido exiliados de sus países por le nuevo régimen. Uno de ellos era Rudolf Ernst Peierls. Frisch y Peierls siguieron estudiando la fisión y publicaron un memorandum en donde predijeron todo el ciclo de una explosión atómica de Uranio-235. Lluvia radiactiva incluida. Comenzaba la carrera por la bomba atómica y los programas nucleares se consolidaron. Con sus currículums Lise Meitner y Frisch fueron invitados al Proyecto Manhattan. Lise declinó la oferta mientras que Frisch participo activamente como miembro de la delegación inglesa.

Solo Lise Meitner declinó la invitación del Proyecto, aunque podría haber sido su billete a EEUU. El motivo que dio fue que no quería saber nada de bombas. Irónicamente terminó siendo conocida como la «madre de la bomba atómica». Este apodo se le asigno unos años después de la Guerra. Cuando el mundo científico se dio cuenta de que sin ella, por mucho que Otto Hahn lo negara, no hubiera sido posible la comprensión de la fisión en el momento en el que se produjo. El Nobel de 1944, otorgado a Hahn en solitario, era completamente injusto. El momento político y la influencia de Siegbahn, superior y «opresor» de Lise en Suecia, fueron quizás los motivos.

Pero el daño ya estaba hecho. Las 48 nominaciones entre física y química al Novel, los premios en solitario y compartidos, ser nombrada mujer del año en EEUU, o la única en poner nombre a un elemento de la tabla periódica (meitnerio, MT), no mejoraron la situación de Lise en Suecia ni su salida a otra universidad. Pero ella, fiel a sus principios, continuó en su laboratorio hasta que en 1960 se trasladó a Cambridge junto a su familia. Falleció en 1968 a los 90 años.

Fue una mujer tenaz que pese a encontrarse infinidad de obstáculos a lo largo de su vida siguió apostando por su pasión. Vivió un momento único en la física y marcó los acontecimientos de un periodo que definió la historia. El reconocimiento, como en muchos casos, no es equitativo a los logros. Y suele llegar muy tarde. Pero Lise Meitner pasará a la historia por sus incuestionables logros.



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